Salomón
es el hijo de David y cuando sucede a su padre en el trono siente que esta
misión le sobrepasa porque, como él mismo dice, es sólo un muchacho. Dios le
dijo a Salomón que le pidiera lo que quisiese. Salomón responde con una de las
oraciones más bellas que estén escritas en toda la Biblia: “Señor […] dame la sabiduría para gobernar a
tu pueblo, porque soy apenas un joven muchacho que no sabe por dónde empezar y
terminar” (1R 3, 7-9). El libro de la Sabiduría nos muestra un cántico
atribuido a este pasaje que dice como sigue:
Dios de los padres y Señor de la
misericordia, que con tu palabra hiciste todas las cosas, y en tu sabiduría
formaste al hombre, para que dominase sobre tus creaturas, y para que rigiese
el mundo con santidad y justicia y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu
trono y no me excluyas del número de tus siervos, porque siervo tuyo soy, hijo
de tu sierva, hombre débil y de pocos años, demasiado pequeño para conocer el
juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto entre
los hijos de los hombres, sin la sabiduría, que procede de ti, será estimado en
nada.
Contigo está la sabiduría
conocedora de tus obras, que te asistió cuando hacías el mundo, y que sabe lo
que es grato a tus ojos y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos y de
tu trono de gloria envíala para que me asista en mis trabajos y venga yo a
saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas
las cosas, y me guiará prudentemente en mis obras y me guardará en su
esplendor. (Sb 9, 1-6.9-11)
Salomón
no pidió riquezas ni lujos, no pidió nada para ostentar ni presumir, sólo pidió
sabiduría para servir bien a su pueblo gobernándolo con rectitud de corazón,
por lo que Dios le respondió: “Por no
haberme pedido nada para ti […] te daré lo que me has pedido y la riqueza que
no me has pedido” (1R 3, 11ss). El reinado de Salomón se considera como el
reinado del “esplendor” de Israel. Todos iban a escuchar la sabiduría de
Salomón, incluso del extranjero venían peregrinando para escuchar sus consejos
y admirar la pompa y el esplendor de su corte. Jesús ciertamente dirá que “ni
Salomón en su máximo esplendor se vistió como un lirio del campo” a quien Dios
lo viste. Esto lo dijo Jesús para enseñar que no debe preocuparse el hombre
sobre con qué va a vestirse o qué va a comer mañana, sino de hacer la voluntad
de Dios hoy. Porque si así viste Dios a la hierba del campo que hoy es y mañana
se quema, con cuánta mayor razón vestirá Dios a sus propios hijos sin que se lo
pidan (Cf. Mt 6, 28-30) tan sólo porque han querido hoy hacer su voluntad y
sólo han pedido la fuerza de Dios para realizarla, sin cuya ayuda es imposible.
Esta fuerza, esta gracia es el Santo Espíritu de Dios que Él da a quien le
obedece. (Cf. Hch 5, 32). Este es el cumplimiento de la promesa de Jesús: “Os daré palabras y sabiduría a las que no
podrá hacer frente […] ningún adversario vuestro” (Lc 21, 15).
Humildad, el servicio del señor, es amor entrega y sacrificio, como el de uds, Seamos, como Salomón ó no, pero no dejemos que nada nos aparte del señor dejémonos que el nos tome por completo y permitamos que more por siempre en cada uno de nodotros
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