1.1
Una
señal de los tiempos
La era de las ‘comunicaciones totales’ que
supuestamente se vive hoy, nos lleva a pensar si en verdad hacen lo que dicen,
si en verdad nos comunican. La generación de los jóvenes de hoy es la
generación de los llamados ‘millenials’.
Son los chicos nacidos desde los 90’s en adelante, bordeando ya el siglo XXI,
es decir, los nacidos con el cambio de siglo, los que no perciben que hoy
vivimos un tiempo de ‘cambio epocal’
porque ellos sólo han visto una sola época, la actual. Son jóvenes
acostumbrados a la velocidad de los cambios, tanto así que han perdido el
sentido de lo profundo, de lo que no cambia, de lo que permanece eternamente.
Aunque su ser se lo reclama interiormente, han perdido el sentido de la
eternidad.
El “selfing” marca una nueva era en las relaciones
personales, o mejor, en las relaciones ‘des-personales’ o ‘im-personales’.
Estamos ante la era del ‘yo’. Si recordamos que en latín o griego este primer
pronombre personal se dice ‘ego’ (lat.), ‘εϒω’ (gr), diríamos que la era del
‘yo-ísmo’ actual es una era de ‘ego-ísmo’ puro y duro. El joven, y diría que en
general el hombre, de hoy vive en una exaltación del ‘yo’, sumido en la
esclavitud de su egoísmo. No quiere necesitar de nadie para nada comenzando por
tomarse una fotografía. No necesita de nadie para mostrarse ‘él- mismo’ (self
(ing.)) se autoretrata, fotografiándose mil veces para escoger su ‘mejor
perfil’, es decir, escondiendo lo que no quiere mostrar, lo cual no quiere
decir que lo elimino, sino que solamente no lo muestra. Facebook se convierte
así en la exaltación de la mentira, donde se muestra lo que uno no es, donde se
dice lo que uno no piensa verdaderamente, donde todo se ‘maquilla’ para ser
‘aceptado’, para conseguir muchos ‘me gusta’, y lograr así más ‘seguidores’,
más ‘amigos’. La era de los ‘mass media’, la era de las grandes redes sociales,
se convierte así en la era de la despersonalización del hombre, la era del
aislamiento, de la des-hermandad. Como decía Benedicto XVI, este mundo de las
comunicaciones nos hacen más cercanos pero no necesariamente más hermanos.[1]
Sólo en el momento de una desgracia alguien se daría
cuenta quién verdaderamente su amigo, quién es verdaderamente su hermano, quién
es capaz de renunciar a sus quehaceres, de salir de su puerta, ‘gastarse’ el
tiempo con él, escuchándole, hablándole cara a cara, consolándole, animándole.
Mil palabras escritas en una pantalla no podrán reemplazar nunca una mirada,
una sonrisa, un abrazo.
Pero el ‘yo-ísmo’ es sumamente adictivo, es
poderosamente atrayente. Cada vez se ven más y más las escenas de amigos
reunidos en un pub, en un café, en una reunión familiar, en un restaurant, sin
siquiera mirarse y conversar mutuamente, sino más bien, estando todos
ensimismados, mirando las pantallas de sus celulares, tablets, Smart-phones, o
lo que fuera, ‘comunicándose’ con ‘todo el mundo’. Esta actitud tiene un
mensaje subliminal para quien se tiene al frente: “hablar contigo no me
interesa, me interesa más mi pseudo-mundo”.
En xxx hicieron un experimento con 1500 jóvenes. La
prueba consistía en pasar una semana sin ningún tipo de aparato o dispositivo
electrónico, totalmente ‘desconectado’ del mundo. Sólo 5 terminaron la prueba.
Los otros 1495 salieron corriendo diciendo que vivir así es in-humano, que se
iban a morir. Es interesante notar que ésta es la misma sensación que tiene un
dependiente al alcohol o a la cocaína, que si no la consume se muere. Es por
ello que las clínicas psiquiátricas se están llenando de dinero. Ha surgido una
nueva enfermedad que requiere nuevos especialistas. La adicción a los juegos
electrónicos hace que finalmente uno pierda el sentido de qué es ficción y qué
es realidad. De allí que un joven que se pasa horas jugando a lo que
generalmente trata estos juegos, es decir, a matar ametrallando a medio mundo,
no tenga luego ningún reparo en entrar verdaderamente a un colegio o aun cine y
disparar a quemarropa a todo lo que se mueva. Un joven que hizo esto en EEUU
empezó matando a su propia madre, antes de matar a muchos niños en un colegio.
En una charla de capacitación para renovar mi
licencia de conducir, un psicólogo nos dijo en el verano de 2013 que según un
estudio psicológico, si esta tendencia con el uso de las redes sociales sigue
así, dentro de 10 años, el 90% de los jóvenes sufrirá ya un grado de autismo,
es decir, difícilmente se podrá sacar a alguien de la cárcel de su ‘yo’, se
perderá el sentido de quién es el otro, se dejará de percibir que hay otro
frente a mí, aunque lo tenga a medio metro de distancia.
Un filósofo ateo dijo una vez: ‘El infierno es el
otro’, a lo que un joven teólogo le contestó en una conferencia: ‘No, el
infierno es estar solo’. Parece que el tiempo le dio la razón al joven teólogo
-que se convirtió en el Papa Benedicto XVI- ya que la ola de suicidios en los
jóvenes lo comprueba. El hombre del siglo XXI
no soporta finalmente la soledad profunda que vive aunque todos los días
esté rodeado de mucha gente en un internet de la calle. Finalmente se suicida,
dándose cuenta muy tarde de que lo que realmente buscaba en el mundo virtual
era que alguien lo quiera. Sí, lamentablemente para él, el amor no es virtual
sino que es personal, o mejor, el Amor es una Persona. De dar a conocer a esta
Persona trataré en esta catequesis.
Es muy interesante lo que escribes; esta esclavitud de las redes sociales, junto con la esclavitud de la hipersexualidad y el cambio de lenguaje son las estrategias que tiene la ONU para destruir al hombre, a la familia y a la Iglesia.
ResponderEliminarLas redes sociales son solo eso, medios de comunicación. Como en toda interacción social, nos basta que sea lo suficientemente útil para hacerlo parte de lo cotidiano. El detalle con las redes sociales, sean la mensajería instantánea, el twiter, facebook, es que su masificación, su cercanía, su fácil acceso, acosa, obliga en cierta medida a ser parte de. El huir de ello nos ausenta de la realidad, aisla.
ResponderEliminarAhora, el exceso del mismo, como en todo, es ruin, impersonaliza, enferma. Decir "si" a estos medios, es acercarnos a una comunicación muchas veces irreal, pero que para quienes intentamos conocer la psique humana, nuestra sociedad actual, nos permite entender donde realmente se concentra el poder y que tanto busca en denigrarnos. Qué tan débiles y proclives a un narcisismo extremo podemos resultar ser.
A través de la historia, la humanidad ha sufrido cambios radicales en los medios de comunicación y la tecnología producto de la ciencia forjada por el hombre, generó desde siempre revoluciones, basta con mencionar que con sólo la imprenta de Gutenberg en el Siglo XV (la misma que publicó en masa la Biblia), permitió acercar a los pueblos a la Palabra de Dios, como también se da el cisma. Pues veamos en las redes sociales, oportunidad, más que amenaza. Hallemos las fortalezas de las mismas y asumamos el reto de continuar con una evangelización. Renuentes o no, dejarnos atrapar por las redes quizá nos ayude a contagiar al mundo humanidad, amor, paz, tal cual tu blog mi querido amigo.