MENSAJE DE ADVIENTO 2014
(Basado en las lecturas del I Domingo de Adviento)
Queridos hermanos:
La paz
Las palabras que hoy escuchamos están llenas de
significado. Isaías proclama una verdad profunda, tal vez la palabra más verdadera
de la Biblia: “Tú, Señor, eres nuestro
Padre” (63,16). En este mundo actual, donde el hombre vive huérfano, y vaga
sin sentido por el mundo, hoy se nos dice esta verdad: no somos huérfanos, no
estamos solos, tenemos un Padre. Y no sólo eso, este Padre nos ama, es nuestro
redentor (go’el).
En la Escritura, el go’el (Lit. “Vengador de sangre”), se encargaba de hacer justicia
al familiar que había sido vejado por alguien. Nosotros tenemos un redentor, un
vengador que destruirá al que nos viene vejando constantemente, día a día, es
decir, al diablo. Isaías al ser consciente de nuestra realidad de impureza
radical, de nuestra incapacidad de hacer el bien, de amar, al ser consciente de
la perversidad en la que estamos sumidos todos, exclama con potente voz: “¡Ah!
Si rasgases los cielos y bajases” (63,19) luego de decir: “Estamos igual que antaño, como cuando no nos gobernabas” (Ibid).
Hoy, estas palabras se nos vuelven más dramáticas,
porque ya hace más de dos mil años que, lo que pedía Isaías desde lo más
profundo de su corazón, ha ocurrido ya. Los cielos se rasgaron y descendió su
Palabra hecha hombre. Dios entró en el mundo como uno de nosotros; y desde
allí, el mundo nunca más podrá ser el mismo. No es el mismo de ningún modo y no
será lo mismo jamás. Esto es lo que celebraremos como ‘memorial’ dentro de
cuatro semanas. Este hecho no ha pasado, se actualiza y esto es muy importante
para el hombre de hoy, que sigue viviendo: “igual
que antaño” (Is 63, 19), que vive de espaldas a Dios, que vive ‘sin Dios y
sin esperanza’ (Cf. Ef 2, 12), gobernado no por Dios sino por el Príncipe de
este mundo, el diablo.
Pero ante esto, las palabras del apóstol san Pablo
nos devuelven la esperanza: “Él os mantendrá
firmes hasta el final” (1Co 1, 8), es decir, la obra buena que Él comenzó
con nosotros llamándonos a su Iglesia, Él mismo la llevará a término, si
queremos, ‘pues fiel es Dios por quien
habéis sido llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro’
(1Co 1, 9). No ha sido vana su primera venida. Y desde allí, el Señor viene hoy
para todo aquel que lo espere, para todo aquel que necesite un salvador.
“Estad atentos y
vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento” (Mc 13, 33). Esta espera
vigilante, que Jesús compara a una velada nocturna en expectación de la llegada
de un amo, es a lo que se refiere san Pablo cuando dice: “Despierta tú que duermes, y
levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo” (Ef 5, 14), o mejor,
“Tened en cuenta el momento en que vivís.
Porque es hora de levantaros del sueño; que la salvación está más cerca de
nosotros que cuando abrazamos la fe” (Rm 13, 11). ¿A qué se refiere Pablo
en esta palabra cuando habla de ‘sueño’?, ¿cuál es este ‘momento en que vivís’?
San Pablo se refiere a la idea –por demás ilusoria- del sueño de muerte que
significa vivir sin Dios y pretender así subestimar las secuelas del pecado
original, que nos sumergen en un egoísmo esclavizante, se refiere a pretender
que se puede escapar a los efectos de la muerte que produce el pecado negando
la existencia de Dios, y así vivir una vida sin rumbo, sin moral, sin
horizonte, al final, sin esperanza. Ante esta ilusión absurda y suicida, Pablo
prosigue: “Despojémonos, pues, de las
obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz” (Rm 13, 12)
porque “no somos de la noche ni de las
tinieblas” (1Ts 5, 5) sino que “somos
del día […], Dios no nos ha destinado para la ira, sino para obtener la
salvación por nuestro Señor Jesucristo” (1Ts 5, 12)
Quien acepte este anuncio en este tiempo de Adviento
no debe temer, sino estar alegre, porque se acerca su liberación (cf. Lc 21,
28; 1Ts 5, 16). Quien acepte este anuncio obtendrá gratuitamente el don de la
esperanza, que no falla (cf. Rm 5, 5); y, por tanto, entrará en la alegría y el
gozo de saberse amado, y salvado: “Estad
siempre alegre en el Señor; os lo repito, estad alegres” (Flp 4,4)
Que la Virgen María, ‘Estrella de la esperanza’, nos
guíe hacia este encuentro en Belén con el rostro de Dios y nos ayude a creer
que es verdad que ‘El Señor está cerca’ (Flp 4, 5) y nos salvará.
Gustavo Arriola
La paz del Señor
ResponderEliminarEstamos estableciendo una lista de los hermanos del Redemptoris Mater que evangelizan por Internet. De esta manera una alternativa para intercambiar experiencias e ideas y nos ayudamos mutuamente. Estamos esperando un mensaje tuyo al respecto.
In corde Jesu
Gerardo Müller msc
Vea también
«El sacerdote y la pastoral en el mundo digital:
los nuevos medios al servicio de la Palabra»
http://www.mscperu.org/comunicacion/evangelizacion_internet/sacerdotes_internetBXVI.htm
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