miércoles, 3 de diciembre de 2014

Mensaje de Adviento 2014

MENSAJE DE ADVIENTO 2014
(Basado en las lecturas del I Domingo de Adviento)

Queridos hermanos:

La paz

Las palabras que hoy escuchamos están llenas de significado. Isaías proclama una verdad profunda, tal vez la palabra más verdadera de la Biblia: “Tú, Señor, eres nuestro Padre” (63,16). En este mundo actual, donde el hombre vive huérfano, y vaga sin sentido por el mundo, hoy se nos dice esta verdad: no somos huérfanos, no estamos solos, tenemos un Padre. Y no sólo eso, este Padre nos ama, es nuestro redentor (go’el).

En la Escritura, el go’el (Lit. “Vengador de sangre”), se encargaba de hacer justicia al familiar que había sido vejado por alguien. Nosotros tenemos un redentor, un vengador que destruirá al que nos viene vejando constantemente, día a día, es decir, al diablo. Isaías al ser consciente de nuestra realidad de impureza radical, de nuestra incapacidad de hacer el bien, de amar, al ser consciente de la perversidad en la que estamos sumidos todos, exclama con potente voz: “¡Ah! Si rasgases los cielos y bajases” (63,19) luego de decir: “Estamos igual que antaño, como cuando no nos gobernabas” (Ibid).

Hoy, estas palabras se nos vuelven más dramáticas, porque ya hace más de dos mil años que, lo que pedía Isaías desde lo más profundo de su corazón, ha ocurrido ya. Los cielos se rasgaron y descendió su Palabra hecha hombre. Dios entró en el mundo como uno de nosotros; y desde allí, el mundo nunca más podrá ser el mismo. No es el mismo de ningún modo y no será lo mismo jamás. Esto es lo que celebraremos como ‘memorial’ dentro de cuatro semanas. Este hecho no ha pasado, se actualiza y esto es muy importante para el hombre de hoy, que sigue viviendo: “igual que antaño” (Is 63, 19), que vive de espaldas a Dios, que vive ‘sin Dios y sin esperanza’ (Cf. Ef 2, 12), gobernado no por Dios sino por el Príncipe de este mundo, el diablo.

Pero ante esto, las palabras del apóstol san Pablo nos devuelven la esperanza: “Él os mantendrá firmes hasta el final” (1Co 1, 8), es decir, la obra buena que Él comenzó con nosotros llamándonos a su Iglesia, Él mismo la llevará a término, si queremos, ‘pues fiel es Dios por quien habéis sido llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro’ (1Co 1, 9). No ha sido vana su primera venida. Y desde allí, el Señor viene hoy para todo aquel que lo espere, para todo aquel que necesite un salvador.

“Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento” (Mc 13, 33). Esta espera vigilante, que Jesús compara a una velada nocturna en expectación de la llegada de un amo, es a lo que se refiere san Pablo cuando dice: “Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo” (Ef 5, 14), o mejor, “Tened en cuenta el momento en que vivís. Porque es hora de levantaros del sueño; que la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe” (Rm 13, 11). ¿A qué se refiere Pablo en esta palabra cuando habla de ‘sueño’?, ¿cuál es este ‘momento en que vivís’? San Pablo se refiere a la idea –por demás ilusoria- del sueño de muerte que significa vivir sin Dios y pretender así subestimar las secuelas del pecado original, que nos sumergen en un egoísmo esclavizante, se refiere a pretender que se puede escapar a los efectos de la muerte que produce el pecado negando la existencia de Dios, y así vivir una vida sin rumbo, sin moral, sin horizonte, al final, sin esperanza. Ante esta ilusión absurda y suicida, Pablo prosigue: “Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz” (Rm 13, 12) porque “no somos de la noche ni de las tinieblas” (1Ts 5, 5) sino que “somos del día […], Dios no nos ha destinado para la ira, sino para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo” (1Ts 5, 12)

Quien acepte este anuncio en este tiempo de Adviento no debe temer, sino estar alegre, porque se acerca su liberación (cf. Lc 21, 28; 1Ts 5, 16). Quien acepte este anuncio obtendrá gratuitamente el don de la esperanza, que no falla (cf. Rm 5, 5); y, por tanto, entrará en la alegría y el gozo de saberse amado, y salvado: “Estad siempre alegre en el Señor; os lo repito, estad alegres” (Flp 4,4)

Que la Virgen María, ‘Estrella de la esperanza’, nos guíe hacia este encuentro en Belén con el rostro de Dios y nos ayude a creer que es verdad que ‘El Señor está cerca’ (Flp 4, 5) y nos salvará.



Gustavo Arriola

2 comentarios:

  1. La paz del Señor

    Estamos estableciendo una lista de los hermanos del Redemptoris Mater que evangelizan por Internet. De esta manera una alternativa para intercambiar experiencias e ideas y nos ayudamos mutuamente. Estamos esperando un mensaje tuyo al respecto.
    In corde Jesu
    Gerardo Müller msc
    Vea también
    «El sacerdote y la pastoral en el mundo digital:
    los nuevos medios al servicio de la Palabra»
    http://www.mscperu.org/comunicacion/evangelizacion_internet/sacerdotes_internetBXVI.htm

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  2. La paz del Señor

    Estamos estableciendo una lista de los hermanos del Redemptoris Mater que evangelizan por Internet. De esta manera una alternativa para intercambiar experiencias e ideas y nos ayudamos mutuamente. Estamos esperando un mensaje tuyo al respecto.
    In corde Jesu
    Gerardo Müller msc
    Vea también
    «El sacerdote y la pastoral en el mundo digital:
    los nuevos medios al servicio de la Palabra»
    http://www.mscperu.org/comunicacion/evangelizacion_internet/sacerdotes_internetBXVI.htm

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